Hay veranos que no se olvidan y asi fue ese agosto. Esa semana dormía en casa de la niña (con la que desde entonces comparto vida e ilusiones). Cada mañana me levantaba temprano para hacer mi página de historias del olvido antes de ir a trabajar (curiosamente luego me ha perseguido esa forma de funcionar, por el día un triste diseñador gráfico, pero por la noche me convertiría en ese autor de comics que nadíe espera, sólo ese niño que fuí al que se lo debía desde hace tiempo).
Cada día leía y releía ese guión intentando estar a la altura por que el guión era (es) una virgueria , un encaje de bolillos que se ve estaba cocinado con tiempo y con infinitos detalles. A día de hoy, releyendo la historía creo que se podía, se debía, haber hecho mejor. Lamentablemente aprendo sobre la marcha, me equivoco y continuo y en aquel momento es lo mejor que sabía hacer.
Hoy me piden que escriba mi biografía actualizada para la versión argentina de historias del olvido. Miro para atras y sólo puedo pensar en cuanto le debo a estas 10 páginas que decidieron que ese iba a ser por fin el año que dedicase al cómic.
viernes, 26 de diciembre de 2008
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