Hace años que conozco a ese gran guionista argentino, Luciano Saracino, Lucho de ahora en adelante, desde que participé en el álbum colectivo Historias del olvido por mediación de Javier de Isusi. Después de aquello colaboramos en un álbum, Corina y el pistolero, que se publicó en España por dolmen y en Argentina por Llanto de mudo, todo un placer de recorrido común que unió dos continentes en uno solo, el de la fantasía.
La boda de una pareja de buenos amigos (un beso Patxi y Claudia) nos llevó un día a Buenos Aires, donde por fin conocimos en persona a Lucho (y a la encantadora Laura, una preciosa pareja que ya son tres) y siempre que surge la posibilidad me encanta colaborar con él (nunca olvidaré como anduve empeñado en un guión que nunca se hizo realidad y que recopilaba las historias cortas que había venido realizando hasta entonces. Se lo enseñé a Lucho y su respuesta fue adaptar una historia de Quiroga a los personajes de esa historia e incluirme en el plantel estelar de Historias de amor, locura y muerte)
Cuando Lucho escribió para pedir una ilustración para El feo no tuve muchas dudas, solo una ¿cómo hacerle justicia al personaje? Un personaje creado a la medida de su pasión por argentina, por las historias oscuras. El personaje parecía hablar lunfardo y recordé las historias que nos contaba Lucho del cementerio de la Recoleta, en la que no sólo está enterrada Evita, sino algunas de las historias más terribles y fascinantes de la ciudad porteña.
Una de ellas se convirtió en compañera de este pequeño homenaje a Buenos Aires. Es la historia de Rufina Cambaceres, que pareciera imaginada por el gran Poe (al que algún día llegaré). La historia de una jovencita cataléptica enterrada viva como en los grandes relatos del genio de Baltimore (traducido, como no, por otro gran genio, Julio Cortazar).
Cuando descubrieron que la habían enterrado viva dejaron la puerta del panteón abierta por si se volvía a despertar (años después el grupo de Charlie García, Sui generis, le dedicaría la canción Rasguña las piedras).
Un dibujo a veces no es mucho, otras toda una historia que no alcanza a reflejar.
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1 comentario:
QUÉ BONITO!! El dibujo, el recorrido, la historia, el tandem... ZORIONAK!!
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